Se está rompiendo el miedo”
Olga,
Adriana, Luis y Ricardo son los hijos de Luis y Olga Arédez. Hablan
de la citación del dueño del Ingenio Ledesma por la desaparición
de su padre. “Es el fin de una etapa”, dicen. Esperan que las
personas del pueblo aporten información a la causa.Los
Blaquier
son responsables de tres genocidios, el aborigen, el terrorismo de
Estado y el ambiental”, dice Adriana Arédez, una de las hijos del
matrimonio que durante cuatro décadas enfrentó al poderoso ingenio
azucarero de Jujuy. Página/12 dialogó con ella y sus tres hermanos
sobre el inicio y los efectos del juicio en el que Carlos Pedro
Blaquier, sus empleados y policías jujeños están imputados por el
secuestro y la desaparición de su padre, el médico y ex intendente
de Libertador General San Martín Luis Arédez, entre otras víctimas
de la dictadura cívico-militar en esa provincia. Adriana sigue al
detalle el expediente y expresa tanto su furia porque todavía hay
una “impunidad insoportable” como su esperanza cuando dice que
“se está rompiendo el miedo”. Coincide con su hermana Olga en lo
que llaman “la diferencia ética entre Arédez y Blaquier” y
muestran copias de los estudios cardíacos de su padre. “También
padecía arritmias, pero jamás se le ocurrió faltar por eso al
municipio, y no tuvo que hacer interconsultas en países extranjeros,
en cambio Blaquier lo usa como excusa para escaparse al exterior”,
dicen.
La
mayor, Olga –56 años dos hijos–, es médica psiquiatra y vive
en Villa del Rosario, Córdoba. Adriana, casi un año menor, tiene
cuatro hijos, es técnica en Parques, participó en Salta junto a su
madre de la fundación de Madres y Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos en esa provincia, luego se mudó a Catamarca y
ahora se trasladó a Tilcara para participar en forma activa en su
rol de querellante. Luis, de 53 años, tiene dos hijas, es empleado
público y vive en Tucumán, y el menor, Ricardo, tiene 52, es
soltero y trabaja en la Universidad de Buenos Aires.
–¿Pensaron
que alguna vez iba a llegar este momento?
Ricardo:–No
hasta que hubiera un cambio de jueces en Jujuy que puedan llevar
adelante una justicia justa, tan necesaria en nuestra provincia. Los
sucesivos gobiernos en Ledesma nunca reconocieron la lucha de las
Madres en nuestro lugar, como sí lo hizo Néstor Kirchner. Cuando
asumió (el juez Fernando) Poviña preferimos esperar, no hacernos
ilusiones porque si no nos enfermamos. He visto morir a madres y
padres esperando, pero parece que la hora va llegando, necesito
saber que va a ser así.
Adriana: –Ni
muerta me resigno, mi vieja se murió, pero dejó todo para que
sigamos. Vamos a llegar a una sentencia como la que debe
corresponder a estos genocidas civiles que han cometido tres
genocidios: el aborigen, cuando expulsaron a todos del cerro
Calilegua, los fusilaban mientras ellos se defendían con arcos y
flechas; el segundo fue el terrorismo de Estado, y el tercero es el
ambiental, sobre el cual el Estado provincial sigue haciendo oídos
sordos. No reconocen ni registran los muertos por bagazosis,
siguen poniendo en los certificados que son alergias. Eso te habla
de la complicidad del poder económico y provincial. El gobernador
(Eduardo) Fellner dice que hay que investigar, cuando estuvo
vinculado con el equipo de abogados de Blaquier. Todo es muy
tramposo, hay que conocer muy bien lo que pasa acá.
Luis: –Pensé
que al iniciarse el proceso penal los primeros en ser citados iban a
ser los represores de menor jerarquía, como (Mario) Patané o
(Juan) Kairuz, por aquello de que el hilo se corta por lo más fino,
fue una
sorpresa cuando llamaron a (Alberto) Lemos y a Blaquier.
Pero creo que los acontecimientos del año pasado, a partir de la
marcha 28 del Apagón, la toma de tierras y su represión con cuatro
muertos, la movilización en Libertador en reclamo de justicia por
esos asesinatos de los que aún no se sabe nada, las movilizaciones
por la morosidad en las causas
por delitos de lesa humanidad del ex juez Olivera Pastor,
la designación de un nuevo juez, la unificación de las causas y
los allanamientos marcan un encadenamiento de hechos que
inevitablemente debía concluir con una clara y firme intervención
de la Justicia, era insostenible seguir con actitudes dilatorias.
Para tener una dimensión, son 35 años de movilizaciones y reclamos
de justicia ante cien años de impunidad.
Olga: –Los
organismos de derechos humanos, nosotros como familiares de víctimas
el terrorismo de Estado, nuestros representantes legales avanzamos
constantemente hacia la búsqueda de justicia, así es que sí, lo
pensé. Tengo buenas expectativas en esta lucha de poderes donde no
debemos dejar de apoyar a nuestra Presidenta en la consolidación
del modelo, que llevará un tiempo para implementar los cambios que
desearon y por los que dieron la vida nuestros queridos
desaparecidos.
–¿Qué
les produce la no comparecencia de Blaquier en la indagatoria y la
posibilidad de que se haya ido del país?
A.:–(Furiosa.)
Estuve con el juez de la causa luego de la declaración de (el ex
administrador Alberto) Lemos, y se burlan de todo, es una impunidad
insoportable. Hizo un descargo por escrito, fue a la hora que quiso
porque no quería tener una movilización ni un pañuelo blanco
cerca, los odian. Y puso sus condiciones. El juez le dijo que
mientras no estuviera el fiscal no podía indagarlo, y como el
fiscal es un heredado de Olivera Pastor apareció subordinado a los
poderes y le tomó declaración. Además mintió, dice que era muy
amigo de mi papá, que veían partidos de fútbol juntos y eso es
imposible, no hubiera estado ni un segundo mi padre con una persona
así.
Y niega haber recibido a mi madre, siendo que yo la llevé en el
auto con una amiga que la acompañó a entrevistarlo. (En esa
reunión Lemos reconoció que la empresa había aportado los
vehículos para los secuestros) Le voy a contestar una por una sus
mentiras. Pero me moriré siendo optimista, con mi hermano llevamos
adelante la imputación de los civiles empresarios, que son
responsables de los 30 mil desaparecidos, ellos pagaron por un golpe
de Estado, pusieron todo lo que tenían a su alcance para eliminar
gente. Esto
coincide con las declaraciones de (Jorge Rafael) Videla, que los
empresarios les pedían 10 mil desaparecidos más. Ahora
empezó el juzgamiento de civiles en Argentina, y juristas nos dicen
que éste va camino a ser un caso testigo. Respecto de Blaquier,
tenía la intuición de que se iba a escapar y lo advertí, tienen
200 kilómetros de frontera a su disposición, pistas y aviones
privados. Dice que está enfermo para no asistir a la imputación,
para evitar responder qué hizo con mi padre y los desaparecidos de
la provincia. Hay que constatar con nuestros peritos si esto es
cierto, pero tiene que ser en horas, no días. El espionaje a la
marcha de 2005 lo hizo una empresa que ellos tercerizaban, World
división-psicología industrial, que hizo inteligencia, no
psicología. Hicimos un amparo y hablamos con la ministra (Nilda)
Garré pero falta que un fiscal impulse una denuncia, porque
hicieron espionaje en democracia, violación de la ley de datos
personales de los ciudadanos y tareas de inteligencia reservadas
para el Estado, claramente prácticas de terrorismo de Estado que
nunca abandonó la empresa Ledesma.
–Entonces,
¿persiste cierta impunidad pero también se está quebrando el
pacto de silencio?
A.: –Existen
muchas pruebas testimoniales, muchos perseguidos políticos, hay
material fílmico, académico y siguen llegando pruebas, del
allanamiento al barrio Los Perales, donde sus abogados tienen
domicilio legal, se llevaron de todo, había cosas de mi padre y de
(Jorge) Weisz, de (Carlos) Patrignani, de dirigentes gremiales
desaparecidos. Hay gente que quiere ir a denunciar espontáneamente,
nos están llamando todos los días. Y sí, se está rompiendo el
miedo, esto tiene que llegar al final y tiene que ver con una
decisión política en ese sentido.
R.:–El
nuevo directorio de Ledesma son hijos de Carlos y Nelly Arrieta.
Quisiera sentir que en la próxima marcha del Apagón el pueblo no
nos siga viendo a escondidas, sino que acompañe esta resistencia
con la que conseguimos cambiar algo en la Justicia. Tengo
expectativa de que algo cambie en el pueblo, que nos ayuden de una
vez por todas, mucha gente sabe dónde están nuestros
desaparecidos, a ver si ahora se animan a hablar porque ahí se sabe
quién colaboró, quién hizo espionaje, e incluso dónde están
enterrados. Mi papá era muy querido por la gente y los hijos de los
que ya no viven deben haber transmitido ese compromiso, quiero ver a
la gente con memoria perder el miedo y acompañar nuestro reclamo
porque creo que quieren algo distinto, no morirse de miedo por
perder el trabajo o por ser investigado. Ese lugar está tomado
desde hace siglos, tiene que dejar de vivir en el miedo.
L.: –Más
de tres décadas de pelea con un enemigo poderosísimo nos han
vuelto pacientes, el solo hecho de que la Justicia Federal reclame
la presencia de estos individuos para que expliquen su conocimiento
y participación en la represión en Ledesma es un acontecimiento
relevante y marca el fin de una etapa inédita. Pienso en la
cantidad de madres, padres, hermanos, hijos y nietos que comenzaron
esta lucha en esta provincia y por causa de muerte, enfermedad,
autoexilio, desaliento o depresión no llegaron a vivir la esperanza
de estas horas. Que la impunidad continúe o no, depende del
oportuno accionar de la Justicia y la actitud que nosotros adoptemos
al seguir con atención el proceso del doctor Poviña.
O.: –La
impunidad sigue porque esto es un proceso que implica etapas que,
evidentemente, se están cumpliendo.
–¿Cómo
afecta esta influencia de los Blaquier en la vida cotidiana de
Libertador General San Martín?
R.: –Me
acuerdo de algo impresionante. En la marcha de 2005, cuando el
doctor (Norberto) Liwsky había terminado de hablar en el acto, al
lado de María Adela Antokoletz, la gente se acercó a aportarle
pruebas. Y cuando se iba, casi llegando al río Ledesma, donde dicen
que secuestraron a mi padre, le robaron el maletín con todo. Y hace
pocos días, el intento de secuestro al nieto de (Hugo) Condorí (ex
preso político y querellante). Están ahí, nunca se fueron pero
los conocemos a todos. Hay que ganarles como pueblo para vivir en un
lugar digno y seguro, ganar el espacio.
A.:–La
gente siempre resistió pero Ledesma responde con balas y muerte,
como pasó en el desalojo a los ocupantes del Triángulo hace casi
un año, con desaparecidos, secuestros, torturas, con prestar sus
vehículos y la infraestructura y personal para cometer delitos,
reconocidos como de lesa humanidad. Lo de las tierras va a ser
siempre un problema, ellos no pagan impuestos aún hoy, lo negocian
con cargos políticos y prebendas, mientras los trabajadores
despedidos no tienen dónde ir. La ordenanza 84 que estableció mi
papá cuando era intendente, en 1973, para erradicar las villas
hablaba de 400 hectáreas como pago de un mes de impuestos. Festejan
sus cien años como empresa de capital nacional y es mentira, dicen
que dan trabajo a 7 mil familias y echan a 2 mil. La gente está
cercada por cañaverales, todo es caña, por eso van a seguir
tomando tierras. La ordenanza existe y el gobierno provincial debió
expropiar, pero tras la muerte de tres personas sólo negociaron 14
hectáreas. Mi papá fue intendente sólo siete meses, y quería
hacer cumplir las leyes sociales de 1945, que el hospital no sea una
empresa privada, que los trabajadores recibieran medicamentos.
Allanaron todas las casas para hacer desaparecer esa ordenanza pero
no lo lograron, hay historiadores que la tenían y con lo que ellos
escribieron nos nutrimos los hijos.
L.: –En
1959, cuando mi padre fue cesanteado por la empresa no consiguió
que nadie le alquilara ni una pieza, por eso se fue a Tilcara. Y hoy
es igual. La dominación de los Blaquier no puede entenderse sin la
participación de los gobiernos municipal y provincial, por acción
u omisión. El ejemplo más claro es la toma de tierras en
Libertador General San Martín de fines de julio del año pasado y
la sangrienta represión de comienzos de agosto. El problema
habitacional es desesperante, mientras las autoridades municipales
no reclamaban a Ledesma (única propietaria de la zona) la cesión
de nuevos terrenos y tampoco solicitaban a la Legislatura provincial
la expropiación de estos inmuebles, el gobierno de la provincia no
se daba por enterado y miraba para otro lado. La Legislatura de la
provincia creó una comisión investigadora de estos hechos, no duró
una semana, aprovecharon que un funcionario citado no se presentó a
declarar y se disolvió sin pena ni gloria. El poder real allí es
el poder económico, bastó que la empresa diera por clausurado el
diálogo y denunciara usurpación de tierras para que la Justicia
provincial mandara reprimir, y el Ejecutivo junto con el Legislativo
por no querer contrariar los deseos de la empresa y no cumplir
oportunamente con sus obligaciones de gobierno, terminaron siendo
corresponsables de esa tragedia.
O.: –Por
haber vivido y tener contacto con la población actual, y con los
que debieron emigrar aun contra su voluntad, hay un pacto de miedo y
silencio instalado y naturalizado que se puede resumir en esta
frase: “No hables del Ingenio Ledesma porque puedes quedarte vos o
tus allegados sin trabajo, te pueden perseguir, no te van a dejar
tranquilo ni a vos ni a tus familiares o te puede pasar lo mismo que
al doctor Arédez”.
Luz y sombra
La
resistencia oligárquica, trasfondo de la controversia entre Nación
y Provincia. Un gobierno blando con los poderosos y cruel con los
débiles. Una delegación oficial llevó documentos, salud y planes a
las cárceles visitadas por Mariotto. Pero los prisioneros siguen
siendo rehenes del mecanismo perverso de prebendas y castigos
implantado por un Servicio Penitenciario que conduce al ministerio de
Seguridad. La villa como cárcel sin muros, el dilema entre Estado
Penal o Estado Social. Por Horacio
Verbitsky
Hace
ocho días un pelotón de funcionarios de la Nación y de la
Provincia de Buenos Aires llegaron al complejo penitenciario
conurbano norte, de San Martín. Iban con ellos el Defensor General
de Casación de la Provincia, Mario Coriolano, y la defensora
pública de Lomas de Zamora, Fernanda Mestrín. El viceministro de
Justicia y Seguridad provincial, César Albarracín, y la directora
del Servicio Penitenciario Bonaerense, Florencia Piermarini, junto
con directivos de la Jefatura de Gabinete y el ministerio de Salud
recibieron allí a funcionarios de la ANSES y de los ministerios
nacionales de Salud y de Acción Social. El propósito era remediar
las calamidades constatadas por el vicegobernador Gabriel Mariotto
durante la visita que realizó el 29 de marzo en compañía del
senador Santiago Carreras, defensores oficiales, la Comisión
Bonaerense por la Memoria y el CELS.
Si esto es un hombre
Las
personas privadas de su libertad que hablaron con Mariotto
reclamaron por la demora de sus causas (ocho de cada diez presos
provinciales no tienen sentencia firme), la falta de atención
sanitaria y las inicuas condiciones de alojamiento. Con un solo
dentista que concurre una hora por semana, la única terapia para
cualquier problema es la extracción. Enfermos con HIV-Sida,
diabetes, trastornos psiquiátricos y/o neurológicos no reciben
ningún medicamento. No hay médicos que recorran los pabellones ni
que visiten la denominada sala de internación, donde ni hay un
enfermero. Esto es así pese a que el 27 de diciembre de 2009 el
gobernador Daniel Scioli firmó con la presidente CFK un Convenio
Marco de Cooperación y Asistencia de Salud en Cárceles, por el
cual la población penitenciaria debería participar de todos los
planes sociales y de salud implementados para el resto de la
sociedad por los ministerios respectivos de la provincia y de la
Nación. Los vidrios de todas las ventanas están rotos, por lo que
el invierno es insoportable. De las paredes por las que caminan
cucarachas, cuelgan cables pelados que se conectan en los
tomacorrientes a falta de enchufes. Por resolución judicial, cada
interno en esa cárcel construida sobre un basural debe recibir
cinco litros diarios de agua potable para beber, cocinar e
higienizarse. En ninguna celda había más de un bidón, para cuatro
o cinco personas. Además sus etiquetas son fotocopiadas y muchos
detenidos afirman que son rellenados con agua de la canilla. En
muchas celdas, donde los detenidos pasan el día entero incluyendo
la comida, las letrinas están tapadas y desprenden un olor
hediondo, las canilla no cierran y el agua corre sin cesar y se
derrama por el piso, sobre el que tienden mantas para dormir los que
no tienen colchones, en celdas para dos personas en las que se
apiñan cuatro o cinco. Los colchones son escuálidos, inflamables y
están destripados por las constantes requisas. El Servicio no
provee elementos de limpieza para las celdas ni de higiene personal
para los detenidos.
El sistema de la crueldad
También
el 29 de marzo el camarista Leonardo Pitlevnik y los jueces de
garantías Ricardo Costa y Esteban Rossignoli inspeccionaron la
Unidad 47, que integra el mismo complejo. Allí documentaron
“existencia de ratas y cucarachas; falta de cupos para estudiar no
obstante la demanda de las personas detenidas (el cupo es de 80 y la
lista de espera de 150); pocos funcionarios penitenciarios para
proveer seguridad y control; defectuosa concurrencia de personal
médico; superpoblación y secuestro cotidiano de facas”. El
director de la U47, prefecto mayor Fernández, no sabía cuántos
profesionales de la salud y de qué especialidades concurrían ni en
qué horario. Tampoco pudo responder sobre la empresa que proveía
los alimentos: aunque se llama “Resaka” el sello en la
documentación revisada decía “Cook Master”. Lo mismo ocurrió
con la ordenada desratización: mientras los detenidos mencionaban
que “estaba todo igual”, los penitenciarios dijeron que “se
había reducido el número de animales”. El 18 de abril, la
Suprema Corte de Justicia provincial ordenó generar acciones para
reducir los niveles de violencia y “salvaguardar la vigencia de
los derechos humanos”, dado “el desgobierno y el consumo de
sustancias estupefacientes”. La Corte dispuso que el ministro de
Seguridad, alcaide mayor penitenciario Ricardo Casal, y la
procuradora general, María Falbo, le informen en forma trimestral
“con detalle y precisión” sobre “la instauración de
mecanismos alternativos de resolución de conflictos,
intensificación del control de gestión y continuidad del
monitoreo”. Además, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos concedió una medida cautelar solicitada por el CELS y la
Comisión Provincial por la Memoria luego del asesinato a golpes del
interno Patricio Barros Cisneros, y responsabilizó al Estado
Nacional por la integridad y la vida de las personas privadas de su
libertad en el Complejo Conurbano Norte. “Los homicidios en
unidades penitenciarias provinciales aumentaron casi un 20 por
ciento durante el último año. Estas muertes vienen acompañadas
por una persistente situación de hacinamiento, torturas, malos
tratos y privaciones estructurales de derechos. La violencia extrema
en los lugares de encierro se explica, en general, por lo que hace o
deja de hacer el SPB, que aparece como intocable. La negación
política de la situación alimenta las respuestas represivas y ha
reafirmado la autonomía con la que el SPB se mueve”, sostiene la
presentación. Luego de la visita a las cárceles, Mariotto se
reunió con Scioli quien, ante la advertencia de que la Nación se
ocuparía de lo que no hiciera la provincia, dispuso que varios
ministerios acercaran algunas soluciones a los problemas más
urgentes. Así, la jefatura de gabinete y los ministerios de Salud y
Desarrollo Social provinciales enviaron trailers con el equipamiento
necesario para emitir documentos nacionales de identidad, asistentes
sociales, médicos y odontólogos. Ya en el complejo Conurbano
Norte, se encontraron con los funcionarios de la ANSES que debían
relevar la situación de cada interno y los de Desa-rrollo Social de
la Nación encargados del otorgamiento de distintos planes sociales
a los detenidos.
Pasarse de Lista
Pese
a la presencia del viceministro Albarracín y de la jefa del SPB
Piermarini, la delegación esperó horas sin que se presentaran para
realizar los trámites más que un puñado de detenidos. Fue la
defensora pública Mestrín, quien tomó la iniciativa y reclamó
que los promotores de la ANSES ingresaran a los pabellones en vez de
esperar que el Servicio llevara a los detenidos hacia ellos. Al
ingresar, comprobaron que la mayoría de la población reclusa
ignoraba la visita que se estaba realizando y que las listas de
quienes recibirían ese beneficio las confeccionaban los confidentes
del Servicio, conocidos en las cárceles como Los Limpieza. Ese es
el núcleo de la problemática carcelaria: la vida y la muerte
dependen de un sistema de prebendas y represalias administrado por
el SPB, cuyo brazo ejecutor son Los Limpieza, equivalentes de Los
buchones policiales y de Los transas en los barrios, todos ellos a
su vez reminiscentes del siniestro sistema de Kapós con el que se
administraban los campos de concentración del nazismo. Así, las
mejores intenciones del sistema político o de los organismos
defensores de los derechos humanos son devoradas por esa ciénaga
sin ley ni instituciones, donde la vida no vale nada. Para superar
esta limitación y en respuesta a la medida cautelar de la CIDH, el
Poder Ejecutivo decidió formar una comisión con sede en el
ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, con
delegados de la Cancillería, de las secretarías nacional y
provincial de derechos humanos, del ministerio de Seguridad
bonaerense, del CELS y de la CPM, donde se tratará de adoptar e
implementar medidas permanentes y con sustento institucional.
Comenzará por Buenos Aires, pero se extendería luego al resto del
país.
La cárcel y la villa
Mientras
Albarracín y Piermarini aguardaban a la entrada del Complejo
Penitenciario, Mario-tto se reunía en la Universidad Nacional de
San Martín con el rector Carlos Ruta y la decana del Centro
Universitario que funciona dentro de la cárcel, Gabriela Salvini,
quienes invitaron al vicegobernador a visitar dos emprendimientos
iniciados por detenidos dentro del Complejo y continuados en dos de
las villas de San Martín al recuperar su libertad. Uno de los
colaboradores de Salvini, quien se presentó como tercera generación
de cartoneros, dijo que la situación no era muy diferente entre la
cárcel y las villas, porque en ambas se manifiesta el abismo social
y la desintegración causados por las políticas neoliberales. El
trabajo, la educación y el arte son las formas de rescate que
conciben. Waldemar Cubillas comenzó a estudiar sociología tras las
rejas y realizó un censo por el cual supo que un alto porcentaje de
sus compañeros de reclusión no sabían leer ni escribir. Al salir
de la cárcel, volvió a la villa La Carcova (con acento en la o,
como lo pronuncian sus habitantes), con el propósito de repetir
allí el programa de alfabetización para adultos que había
comenzado en el Centro Universitario de la cárcel. Pero la realidad
de la villa impuso sus condiciones y así surgió la biblioteca
popular La Carcova, donde se reúnen docenas de pibes de 6 a 12 años
para leer, contar y escribir historias y recibir asistencia escolar.
“Este es El Cuentero”, dice Waldemar. Un morochito rapado de
ojos y pestañas enormes asiente.
–¿Por
qué te llaman así?
–Porque
soy el que inventa los cuentos –responde con orgullo.
Esa
cabaña de unos 2x3 metros fue construida con maderas del cartoneo.
Sobre el piso de tierra, colocaron los restos de una alfombra
apolillada. La pared del frente fue tapiada con adobe sobre las
tablas para atenuar el frío. “Lo hicimos desde abajo, sin ayuda
de nadie, porque así empiezan las cosas que valen”, dice
Waldemar. Adjunto a la biblioteca, construyeron con el mismo sistema
un establo, para guarecer a un petiso viejo que les regalaron cuando
ya no pudo tirar del carro de cirujear. Un chico propuso llamarlo
Néstor, otro sugirió “Néstor en bloque”, por el conjunto de
cumbia villera que canta:
“Siempre
fuimos como luz y sombra
que sin la sombra no hay luz
y sin la luz no hay sombra”.
que sin la sombra no hay luz
y sin la luz no hay sombra”.
Por
fin, todos acordaron ponerle Tornado, nombre que el matungo
sobrelleva con el exiguo decoro que le queda. A pocos metros de la
biblioteca y el establo está el santuario, compartido por tres
deidades populares: San la Muerte, el Gauchito Gil y la yoruba
Iemanyá. Siempre rodeado por los pibes que lo siguen como líder y
modelo, Waldemar reflexiona sobre los territorios que definen su
vida. “La cárcel es como la villa con muros, la gente es la
misma, las relaciones se parecen.”
Entre las cuerdas
Le
pregunto si conoce al sociólogo francés residente en Estados
Unidos Loïc Wacquant. Sí, claro. Después de leer su libro Entre
las cuerdas, relato sobre su experiencia como boxeador amateur en el
gimnasio de un barrio empobrecido de Chicago, Waldemar y Graciela
decidieron crear una escuela de boxeo en la cárcel, que aún no se
inauguró debido a las restricciones impuestas por el SPB desde la
visita de Mariotto. También han leído Las cárceles de la miseria,
el libro de Wacquant que se editó en la Argentina en plena crisis
del 2000. Los mismos que ayer “militaban en favor del Estado
mínimo en lo que se refiere a las prerrogativas del capital y la
utilización de la mano de obra, exigen hoy con igual fervor más
Estado para enmascarar y contener las consecuencias sociales
deletéreas de la desregulación del trabajo asalariado y del
deterioro de la protección social”, dice. “A la atrofia
deliberada del Estado social corresponde la hipertrofia del Estado
penal”. El objetivo de esa política es “calmar el temor de las
clases medias y altas mediante el hostigamiento permanente a los
pobres en los espacios públicos”, como ocurre aquí con los
operativos de saturación de Scioli y Casal. Añade que con la
doctrina de la tolerancia cero también se propagó “la retórica
militar de la ‘guerra’ al crimen y de la ‘reconquista’ del
espacio público, que asimila a los delincuentes (reales o
imaginarios), los sin techo, los mendigos y otros marginales a
invasores extranjeros, lo cual facilita la amalgama con la
inmigración, que siempre da réditos electorales”. En cambio,
“difícilmente se trate de aplicar la tolerancia cero a las
violaciones patronales del derecho laboral o del derecho social”.
Las cárceles “no están llenas de criminales peligrosos y
endurecidos, sino de condenados por casos de estupefacientes, robos,
hurtos o simples perturbaciones del orden público, salidos en
esencia de los sectores precarizados de la clase obrera”. El
irresistible ascenso del Estado penal “traduce la puesta en
vigencia de una política de criminalización de la miseria que es
el complemento indispensable de la imposición del trabajo
asalariado precario y mal pago”. La desinversión social “entraña
y requiere la sobreinversión carcelaria”. Desde 1975 en los
barrios obreros del Gran París “la curva de la desocupación y la
de la población penitenciaria siguen una evolución rigurosamente
paralela”. La alternativa a la cárcel es resignarse a los empleos
inseguros. Wacquant propone “la creación de nuevos derechos del
ciudadano, tales como el ingreso de existencia, independiente de la
realización o no de un trabajo, la educación y la formación de
por vida, el acceso efectivo a la vivienda para todos y la cobertura
médica universal, acompañada por una reconstrucción agresiva de
las capacidades sociales del Estado”. De esa elección, dice,
“depende el tipo de civilización que Europa pretenda ofrecer a
sus ciudadanos”. Parece pensado para la Argentina. La segunda
visita fue a un merendero instalado por otro ex recluso en una casa
familiar de la Sarmiento. una villa más de San Martín. El Estado
ayudará a remover una montaña de escombros y basura y a construir
una edificación más grande para responder a la enorme demanda y
permitir que también se utilice para ayuda escolar. Por ahora sin
difusión pública, también han comenzado en villas de la Capital y
del Conurbano Bonaerense operativos nacionales que coordina el
secretario de Seguridad, Sergio Berni, y en los que participan los
ministerios de Alicia Kirchner, Juan Manzur, Alberto Sileoni, Nilda
Garré, Arturo Puricelli y Florencio Randazzo. Están concebidos
para el rescate de los excluidos, reverso de los operativos de
saturación, criminalizadores y estigmatizantes que Scioli y Casal
conducen en las villas bonaerenses. Por decirlo en los términos de
Loïc Wacquant, en vez del Estado Penitencia, un gradual regreso del
Estado Providencia.
Sobre La Plata y la plata
Una
reforma tibia con resistencia caliente. Los argumentos de Biolcati y
sus silencios. La nación y los intendentes, interesantes. Scioli,
con poco juego. Entre Ríos, un precedente llamativo. Paritarias que
cierran, inyección a la demanda. Las oposiciones y los desafíos más
serios. Por Mario
Wainfeld
Es
infrecuente que el gobierno de la provincia de Buenos Aires no
consiga la sanción de las leyes que propone a su Legislatura. La
preeminencia del peronismo, la telaraña de “pactos preexistentes”
(sanctos y de los otros) con la oposición suelen garantizar una
gobernabilidad bastante calma. Los traspiés que sufrió la reforma
fiscal en la semana que pasó reconocen pocos o nulos precedentes,
ninguno en el corto plazo cercano. De ahí el nerviosismo y el
malhumor que cunden desde el gobernador Daniel Scioli para abajo.
El
escollo fáctico esencial es la resistencia de las patronales
ruralistas. Abarca bastantes aspectos de la reforma aunque se centra
en los revalúos inmobiliarios. Con el inefable titular de la
Sociedad Rural, Hugo Biolcati, a la cabeza las corporaciones del
campo repiten atavismos arraigados. Su idea de república y de
instituciones repele la obviedad de actualizar el valor de sus
campos. Las tasaciones están congeladas desde hace 15 años, lo que
torna superfluos mayores consideraciones o adjetivos. La propiedad
se ha actualizado a tasas chinas, en el mundo real. Los compañeros
agropecuarios reconocen a regañadientes que las valuaciones están
rezagadas. Con un detalle interesante: ninguno responde (ni siquiera
ante periodistas amigables, “del palo”, que quieren
preguntarles) cuánto pagan actualmente. Ocurre que los valores
vigentes son, en muchos casos (en estas cuestiones ninguna regla es
uniforme), irrisorios.
La
propiedad rural es una gran inversión que ha interesado en los años
recientes a empresarios industriales, deportistas exitosos y más de
un dirigente político. La carga fiscal para un impuesto al
patrimonio, o sea progresivo por naturaleza, está muy rezagada
respecto de los automotores o de los inmuebles urbanos. No importa:
la clase campera no quiere ponerse. Alega que hay otras reformas más
amigables, en Santa Fe y Entre Ríos. Pide que Buenos Aires las
replique. En esas comarcas, empero, la Mesa de Enlace se muestra
chúcara como ya se contará.
Buenos
Aires, como tantas provincias, ha sido híper laxa para fijar y
percibir impuestos. La contingencia, más ardua que en años
precedentes, la fuerza a revisar su pereza que traduce un
federalismo berreta e hipócrita. Por un lado se despotrica contra
el gobierno nacional, por otro se recuestan en que éste se ocupe de
la recolección de impuestos. Generan así una competitividad
espuria (“venga a invertir acá que se paga poco”), ahorrando
encontronazos con los poderes fácticos.
El
revisionismo bonaerense es lógico, tardío y (bien mirado) muy
leve. Según las estimaciones de sus propias autoridades las nuevas
alícuotas se calcularán sobre el 30 por ciento del valor real de
mercado de los campos (siempre hablando en promedio, lo que reconoce
excepciones y casos muy dispares).
La
modificación busca mejorar la ecuación financiera de la provincia.
Los municipios están también muy concernidos. En La Plata aseveran
que a ellos les tocará más que al fisco provincial. Los
intendentes hacen otras cuentas, menos optimistas, pero asumen que
un refuerzo de dinero les vendría muy bien, casi como salvavidas.
Casi todas las provincias, muy desfondadas, también precisan uno.
El
otro interesado es el Fisco nacional porque la suba de las
valuaciones impactaría en el impuesto a bienes personales. Otro
gravamen al patrimonio, de los más equitativos. La narrativa de las
patronales agropecuarias es, en este aspecto, una confesión sobre
un pecado capital (ista). No quieren pagar bienes personales en base
a valores algo menos distantes de los reales. Leyó bien: no hay
error del cronista. Lo que en cualquier país sensato sería una
argucia de evasores acá se transforma en un criterio sensato, el
diario La Nación (¿cuándo no?) lo elevó ayer a reclamo
editorial. El desparpajo de los dueños de la tierra es, llegado a
este punto, absoluto. Se sacan la máscara.
Es
de lamentar que el radicalismo y el Frente Amplio Progresista (FAP)
reincidan en sus errores de 2008 y 2009 acompañándolos. En el caso
de la UCR hay una tensión interna entre los intendentes (que miran
sus arcas y son más afines a la propuesta de reforma) y los
legisladores, más pendientes del posicionamiento político. Los
arredran las críticas mediáticas a su digna postura en la
expropiación de YPF, temen quedar como “demasiado oficialistas”.
Ese resquemor les valió una sangría electoral enorme en 2011,
parece que no escarmientan.
El
sciolismo intentó renegociar en Diputados con el FAP, concediendo
demasiado en términos de justicia impositiva. Las tratativas
febriles se interrumpieron cuando llegaron mensajes desde el
gobierno nacional. Hubo mensajes directos (relativamente reservados)
al diputado Horacio González del Frente para la Victoria (FpV),
quien bastoneaba las tratativas con el FAP. En esas horas febriles,
formuló declaraciones el ministro de Economía Hernán Lorenzino
alegando que Scioli puede hacer los revalúos inmobiliarios por
decreto, sin necesitar acordar con la oposición. Lorenzino no se
caracteriza por la verborragia ni por mandarse por cuenta propia. Es
evidente que propalaba un mensaje de la Casa Rosada. Funcionarios
sciolistas, incluyendo su ministra de Economía Silvina Batakis,
replican que la legislación bonaerense no habilita ese rebusque.
Desde Balcarce 50 le responden que la presidenta Cristina Fernández
de Kirchner sabe más que el gobernador acerca de legislación. Lo
que hay en disputa, de cualquier modo, es mucho más que la
interpretación de las normas. El gobierno nacional desautoriza todo
pacto a la baja con las corporaciones rurales y no le cede un tranco
de pollo a Scioli. El interés por la “caja nacional” es
relevante pero no agota el conflicto. El manual de estilo 2012 del
gobernador bonaerense faculta a algunos allegados a despotricar
contra el vicegobernador Gabriel Mariotto pero no contra la
Presidenta. En este caso, la regla complica la inteligibilidad de
cualquier discurso.
La
historia continuará en los días venideros.-
En
otros pagos:
Biolcati y el FAP procuran que la revaluación sea gradual y
escalonada en cinco años. Se escudan en el proyecto que envió el
gobernador socialista Antonio Bonfatti a la Legislatura santafesina,
contra el que corcovearon un poquito y que aún no ha sido tratado.
También aluden a Entre Ríos, un ejemplo ya concretado que les hace
poco favor. En esa provincia la adecuación se concertó en 2008
entre el gobierno local y la Mesa de Enlace. Escalonada también,
llegando a valores plenos en 2012, esto es, ahora. Fieles a su
idiosincrasia, los ruralistas pusieron el grito en el cielo cuando
se redondeó lo acordado. Presionaron al oficialismo provincial, se
movilizaron a la Casa de Gobierno y apalearon a policías, hiriendo
a cuatro de ellos. El eterno Alfredo De Angeli lideraba la movida,
de la que informa en detalle y con fotos llamativas el diario
digital Junio que dirige el periodista Claudio Gastaldi. La praxis
patronal transita un registro variado: enaltece las instituciones
cuando gana... cuando pierde no le hace asco a la acción directa ni
a la violencia. No hay preguntas en medios hegemónicos sobre estos
detalles, que condimentan la vida diaria.
El
FpV controla con facilidad las dos Cámaras en Entre Ríos: la
reforma se aprobó al galope. La Sociedad Rural judicializó la
cuestión, presentando un recurso de amparo que fue rechazado de
volea este 15 de mayo por la Cámara de Apelaciones en lo Civil,
Comercial y Laboral de Gualeguaychú. El gobernador Scioli debería
reparar en el antecedente y poner las barbas en remojo.
La
carga impositiva entrerriana es, bien mirada, tenue aunque mejora la
inexistente ecuación anterior. Los valores actualizados son (en
abrumadora tendencia) inferiores a los vigentes ahora (sin reforma
alguna) en Buenos Aires.
De
todos modos, algo es algo: la recaudación aumentó, según fuentes
oficiales ya pagaron el nuevo tributo el 50 por ciento de los
chacareros. Y el gobernador Sergio Urribarri se mantuvo en sus
trece, sin hocicar ante las presiones corporativas. - -
Una
ojeada a las paritarias:
Desde el advenimiento del kirchnerismo las convenciones colectivas
constituyen una sana rutina institucional que fue forjando una
secuencia temporal repetida. En 2012 los cierres venían atrasados
respecto de lo habitual, derivación de varios factores: coletazo de
la interna CGT, cierta incertidumbre económica y un abril pletórico
de feriados. El escenario abierto era disfuncional para el Gobierno
por dos motivos al menos. El primero, su potencial conflictivo. El
segundo, que los incrementos tardaron en llegar al bolsillo de los
trabajadores, circunstancia indeseable para un “modelo” que
apuesta al mercado interno y en la demanda de los sectores populares
como dinamizadores. Con más plata en la calle, robustecida la
demanda por “sumas fijas” y retroactivos el Gobierno confía en
darle un envión a una economía que acusa signos de ralentamiento.
En
la semana hubo tres acuerdos. Los empleados de comercio, siempre
liderados por el incombustible Armando Oriente Cavalieri, superan el
millón de laburantes. Los bancarios superan los 100.000. Los
metalúrgicos, según la estimación de su secretario general
Antonio Caló, son 250.000. La perspectiva de una huelga de un
sector industrial ascendente (algo inusual en la etapa) era un mal
augurio para la gobernabilidad y el equilibrio interno del
movimiento obrero. En la cartera conducida por Carlos Tomada
subrayan que los convenios se cierran “sin piso ni techo” y que,
de todos modos, la Unión Obrera Metalúrgica firmó por cifras
inferiores a la de 2011. La lectura más optimista combina los datos
y traduce que hay autocontrol sindical, mantenimiento de la
capacidad adquisitiva y activación keynesiana. La Unión Obrera de
la Construcción puede ser, confía el Gobierno, el próximo
sindicato relevante que llegue a un acuerdo. Los optimistas esperan
que sea antes de fin de mes.
El
Gobierno, estima el cronista en consonancia con los reclamos
sindicales, debería elevar sensiblemente el mínimo no imponible
del impuesto a las ganancias que carcome sueldos y jubilaciones
apenas pasables. También hay una deuda respecto de una reforma
impositiva que organice un sistema más equitativo. Frente a esas
carencias de sintonía fina, los mensajes de sectores opositores son
tremendistas y hasta impracticables. El secretario general de la
CGT, Hugo Moyano, se pone exorbitante y clama por la supresión del
impuesto a las ganancias, un sinsentido. A su vez, las patronales
rurales luchan en aras de un enésimo pagadios. En esa tensión, el
oficialismo queda mejor parado, no por tener toda la razón pero sí
por estar en mucha mejor sintonía con la realidad y las necesidades
mayoritarias.
Un
horizonte complejo:
El primer semestre está jugado, el segundo genera expectativas. El
nivel de inversiones preocupa al Gobierno, la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner lo manifestó en exhortaciones discursivas a
los empresarios. Paradoja solo para distraídos y apocalípticos:
para entrar en YPF hay muchos postulantes, en otras áreas la oferta
es más escueta.
El
gobierno confía en mantener vivaz el mercado interno y moderar la
inflación, aunque de eso no se hable.
El
oficialismo domina el Congreso con comodidad. Jaquea a sus
principales adversarios políticos: Scioli y el jefe de Gobierno
Mauricio Macri que no las tienen todas consigo. Lleva la iniciativa
política, diríase, con alegría. Su real desafío es sostener las
variables económicas, el empleo, la distribución del ingreso. En
ese terreno, los problemas son más arduos. Y es mayor el contrapeso
de los interlocutores sectoriales (patronales, sindicatos,
movimientos sociales, ecologistas), cada uno en su quintita, en
defensa de sus derechos y conquistas.
La
inflación, las peripecias del dólar, la protesta social entrando
en la vida cotidiana son más complicados que sacar una ley
histórica. En ese territorio, el de las realizaciones y el
bienestar, se juegan como siempre las bazas más importantes del
oficialismo. Que sabe que la epopeya de YPF es un gran paso pero que
no alcanza y ya prepara nuevas medidas sociales para calentar el
invierno, fiel a su hiperquinesis y a su afán de conservar el
centro de la escena.
La centralidad de la “cuestión peronista” Por Edgardo Mocca
Desde
el comienzo del ciclo kirchnerista, y particularmente a partir del
conflicto con las patronales agrarias en 2008, se ha transformado el
patrón de la disputa política argentina. El bipartidismo que
resurge con la apertura democrática en 1983 y deviene “bipolarismo”
en los tiempos de la Alianza ya no sirve como eje explicativo de las
contiendas principales. No se trata solamente del marcado declive
electoral nacional experimentado por el radicalismo; la UCR, dicho
sea de paso, sigue siendo el segundo partido, tanto por el
desarrollo de su estructura territorial federal como por el volumen
de su representación parlamentaria nacional. La principal mutación
consiste en el surgimiento del kirchnerismo como un nuevo movimiento
de época en la Argentina. Como la expresión nacional de una nueva
experiencia transformadora de extendida influencia en América del
Sur y de gran relevancia en el contexto de la crisis del paradigma
que rige la política y la economía mundial desde mediados de la
década del setenta.Los viejos modos de la “política normal” ya
habían estallado en las calles y las plazas de aquel diciembre de
2001, cuyas señales inaugurales de un nuevo tiempo pueden verse hoy
con claridad. El kirchnerismo no hizo nada para recuperar esa
normalidad política. Más bien situó a sus añoradores en el lugar
simbólico del pasado al que la sociedad argentina no quiere volver.
Por eso hoy el intento de respuesta al interrogante sobre el futuro
del sistema político argentino no puede hacerse con el viejo
instrumental analítico. No corresponde preguntarse quién será el
candidato del radicalismo o del peronismo o de cada una de las
coaliciones en las que éstos puedan participar. La pregunta central
parece ser cómo y en qué condiciones la experiencia kirchnerista
puede prolongarse en el tiempo y constituir un nuevo piso de disputa
política (como fue, por ejemplo, el llamado “consenso
socialdemócrata” en la Europa de las décadas siguientes al fin
de la segunda guerra) o cómo esa experiencia puede ser derrotada
definitivamente sin dejar huellas importantes hacia el futuro.La
pregunta debería ser pensada en dos grandes conjuntos de problemas.
Uno concierne a la suerte de las políticas concretas que logren
darle consistencia y profundidad al proyecto político en curso en
el marco de los nuevos desafíos que plantea la crisis del
capitalismo mundial. El otro centro de atención debería colocarse
en la construcción de una fórmula política capaz de superar el
nada desdeñable escollo que supone la actual inhibición
constitucional para una nueva reelección de Cristina Kirchner. Otra
manera de decir lo mismo sería preguntarse por el modo en que la
actual conducción política nacional podría transitar el espinoso
camino de la lucha por la sucesión en el interior del
peronismo.Claro que la alusión al peronismo es toda una cuestión.
Lo constituye una extendida red de caudillos provinciales y
municipales fuertemente ensamblados en la estructura estatal, que en
ausencia de sólidas instituciones político-partidarias ha devenido
una apoyatura imprescindible de la movilización política. Tiene en
su interior al movimiento sindical, que, paralelamente a la
recuperación del empleo, a un grado de reindustrialización y a la
activación de las convenciones colectivas de trabajo recuperó
parte del terreno perdido en las décadas anteriores. Sin embargo,
la coalición cristinista no se limita a la estructura territorial
del justicialismo y a su principal movimiento social: incluye una
difusa constelación de grupos sociales y políticos, proveniente de
experiencias y tradiciones políticas muy heterogéneas. En el
interior de ese conglomerado están las organizaciones juveniles que
se han expandido visiblemente en los últimos años y no solamente
por el impulso recibido “desde arriba” sino, ante todo, por el
hecho innegable de la politización general de la sociedad,
particularmente a partir del conflicto agrario de 2008. Se suman
organizaciones políticas de diferente grado de desarrollo; las hay
fuertemente identificadas con el peronismo y las hay provenientes
del universo progresista que decidió el apoyo a los gobiernos
kirchneristas; están las fuerzas menores que integran junto al PJ
el Frente para la Victoria y las que, como el Nuevo Encuentro, de
Martín Sabbatella, militan por ahora fuera de ese espacio. Y debe
sumarse también la presencia de referentes de movimientos sociales
–en primer lugar las que históricamente se identificaron con la
defensa de los derechos humanos–, de espacios intelectuales como
Carta Abierta y de destacadas personalidades del mundo de la cultura
popular. Es claro que no todos estos componentes son decisivos a la
hora de la elección, pero indudablemente han agregado entusiasmo
militante y prestigio político a la causa kirchnerista.No todo el
kirchnerismo es, por lo tanto, peronista. Tampoco todo el peronismo
es kirchnerista. La referencia no se limita al llamado “peronismo
disidente”, hoy en proceso de disolución. Alude también a la
amplia gama que recorre la intensidad de los apoyos al gobierno
nacional en la mencionada red territorial del justicialismo. Es
innegable que el proceso kirchnerista motorizó un fuerte cambio
cultural en un conjunto de cuadros dirigentes partidarios respecto
del estado de cosas propio de la década del noventa. Pero tampoco
puede desconocerse que también anida en esa estructura una cierta
nostalgia por el orden perdido, por aquella matriz política que no
tensaba la cuerda en la relación con los sectores más poderosos de
la sociedad. Tanto Néstor como Cristina Kirchner han sabido ejercer
hegemonía política sobre esa heterogénea política, no tanto por
la capacidad de operación en su interior sino por la dinámica de
sus decisiones políticas y el impacto de esas decisiones en el
sentimiento popular.En los meses inmediatamente posteriores a la
elección de octubre último, predominó entre los analistas la
sensación de que la contienda política futura se ordenaría en
torno de un eje “oficialismo-oposición” y, a partir de esa
mirada, la figura de Mauricio Macri se convertía en el desafío
principal para la continuidad en el tiempo del proyecto
kirchnerista. El impulso que le dio a esa perspectiva el visible
empeño de los medios hegemónicos a su favor, ocultó sus problemas
estructurales, que son muchos y muy variados. El visible déficit de
liderazgo personal que ofrece el jefe porteño, la obstinación en
situar a la ciudad en una confrontación permanente con las
provincias y su peregrina idea de ofrecer el “no gobierno”
municipal como carta de presentación para una alternativa nacional
parecen elementos suficientes para poner en duda la viabilidad de
esta propuesta política.
Hay,
sin embargo, un obstáculo central para ese proyecto. Es el
peronismo. Hoy no parece haber mucho ambiente favorable en el
interior de la estructura del justicialismo para saltar el charco en
la dirección de un reagrupamiento de derecha. Es decir, puede
haberlo en expresiones menores de lo que fue el menemismo y en las
raleadas filas de la “disidencia peronista”. Pero nada de eso
altera sustancialmente la escena. La fuerza fundamental del
justicialismo, los dirigentes que gobiernan provincias en primer
lugar, no serán, con toda probabilidad, parte de una aventura
semejante, en momentos en que está abierto el proceso político de
la sucesión presidencial en el interior del peronismo. El macrismo
no tiene cómo constituir una fuerza de alcance nacional sin ese
concurso del peronismo: difícilmente alcancen para ese objetivo las
incorporaciones de Adrián Menem y Fernando Niembro.
Es
por eso que el anuncio de Scioli de su pretensión presidencial para
2011 adquiere una fuerte significación. Puede pensarse que es
prematura pero no que es sorpresiva. Por otro lado, Scioli no
anunció que empezaba su campaña proselitista, simplemente “reservó
lugar”. Si efectivamente, como aquí se sostiene, el problema
político a resolver es la continuidad o no de la experiencia
kirchnerista, el lugar del gobernador bonaerense es profundamente
problemático. Hasta ahora pudo moverse en el terreno de una marcada
economía en materia de definiciones estratégicas: le alcanzó con
las muletillas de su lealtad a Néstor y a Cristina y su
concentración en las tareas de gobierno. Este discurso ya no será
suficiente. Sus más fuertes respaldos en los forcejeos políticos
provinciales vinieron de las grandes empresas mediáticas, de
Alberto Fernández y de Moyano. Hace rato que el ex jefe de Gabinete
trabaja a tiempo completo en la vertebración de lo que hasta hace
un tiempo llamaba el “poskirchnerismo”; Moyano, por su lado,
enarboló como bandera de su viraje antigubernamental la defensa del
“verdadero peronismo”.
La
idea de que el camino de Scioli hacia la candidatura presidencial
puede aunar el apoyo de los poderes fácticos enfrentados
existencialmente al Gobierno y, al mismo tiempo, contar con el apoyo
o la neutralidad del kirchnerismo es pura fantasía. Todo indica
que, en el mapa político generado por la elección de octubre, la
disputa sobre el futuro del kirchnerismo se librará en el interior
de la coalición que hoy sostiene al Gobierno.
Con la consigna como mandato
El
modo de traducir en hechos concretos el lema “Unidos y organizados”
fue eje del debate. Los ministros Carlos Tomada y Nilda Garré y el
legislador Juan Cabandié cerraron el encuentro. Destacaron el
liderazgo de CFK y el papel de los jóvenes en la
política. Por Nicolás
Lantos
Más
de 250 militantes kirchneristas de la ciudad de Buenos Aires
debatieron durante todo el día de ayer en el marco de un plenario
convocado por la Corriente Peronista Descamisados que concluyó con
la presencia del ministro de Trabajo, Carlos Tomada; la ministra de
Seguridad, Nilda Garré; y el legislador porteño Juan Cabandié. El
rumbo que tomará la sintonía fina, la concreción de la consigna
“Unidos y organizados”, la recuperación de la Capital Federal
para el proyecto nacional y hasta la posibilidad de una reforma
constitucional y las internas del Partido Justicialista formaron
parte de los temas que se repasaron durante la jornada.“El
planteo es ‘Unidos y organizados’, y está en nosotros que esto
no sea una consigna y que sea un mandato”, propuso Tomada durante
el cierre de la actividad. El ministro de Trabajo destacó que en
los seis meses que lleva el segundo período presidencial de
Cristina Fernández de Kirchner se tomaron medidas como el estatuto
del Peón Rural, la modificación de la Carta Orgánica del Banco
Central, la Ley de Tierras o la recuperación de YPF y que “cada
una de esas iniciativas justifica un gobierno en sí misma.”A su
turno, Garré destacó la importancia de los militantes que se
incorporaron al kirchnerismo en los últimos años, en particular
los jóvenes (que conformaban buena parte de su audiencia), a
quienes definió como “el instrumento que permite seguir con las
transformaciones en un momento muy particular de la Argentina”,
aunque se cuidó de dejar en claro que semejante caudal de
participación sólo alcanza su máximo potencial cuando está
conducido: “El liderazgo está y atrás de él, se va a ir
poniendo el peronismo, que sabe que para dar batallas hay que buscar
liderazgos como el de la Presidenta, que es legítimo, auténtico”,
plantó bandera.La referencia a la incipiente interna en territorio
bonaerense entre un sector cercano al gobernador Daniel Scioli y el
kirchnerismo representado en el vice Gabriel Mariotto y La Cámpora
no se quedaría ahí. Garré desestimó que las “luchas que puedan
darse al interior del peronismo” vayan a poner en peligro el
proyecto. “Habrá que neutralizarlas con unidad y organización
–propuso–. Cuando se dan las disputas hay que levantar las
banderas de la unidad nacional y dentro de ellas hay elementos
básicos, entre ellas, la lucha por la igualdad.”
Por
su parte, Cabandié destacó que el camino para organizar al
kirchnerismo en un territorio complicado como la capital es “la
militancia activa, que va contra los que piensan que el camino es la
permanencia y la recurrencia de los medios de comunicación, desde
la capilaridad, llegando a las diez mil manzanas de la Ciudad”. Y
sostuvo: “Tenemos que tener claro que el uso abusivo de los medios
de comunicación es una herramienta de la derecha antipatriótica y
del progresismo abstracto estanco y bobo porque ellos nunca
construyeron nada”.
El
encuentro se desarrolló desde la mañana en la sede de la Mutual
Homero Manzi del barrio de Boedo, donde unos 250 militantes
trabajaron desde temprano en comisiones para debatir sobre distintos
ejes, desde cómo recuperar la Ciudad hasta la posibilidad de una
reforma constitucional. Una de ellos, Lorena Pokoik, explicó el
motivo detrás de esta jornada: “Creemos que en esta etapa, las
organizaciones cargamos sobre nuestras espaldas una responsabilidad,
que es traducir el legado que nos ha dejado Néstor para construir
una agenda con objetivos que creemos vitales para la Argentina que
viene”.
El mayor riesgo país sería creerles
Un
viejo fantasma volvió a la city y al escenario político. Mientras
los bonos en dólares se pagan hasta un 30 por ciento por encima de
su valor de rescate, las calificadoras le suben el riesgo país como
si sus títulos de deuda fueran bonos basura. ¿Por qué? Por Raúl
Dellatorre
En
las últimas semanas volvió a hablarse en los medios de un concepto
que parece arrancado de la penosa historia política y económica de
los ’90, “el riesgo país”. Y si reapareció, lógicamente, es
porque se lo asoció a un alza que para algunos merecía convertirse
en noticia: superó los 1000 puntos. Es decir que, a los ojos de
“los inversores extranjeros”, el país vuelve a ser una plaza
riesgosa, de improbable recuperación de la inversión, y más aún
de los créditos que se le otorgaran. ¿Cuánto tiene que ver esa
sensación transmitida por las calificadoras y los medios con la
realidad económica del país? ¿Cuánto tiene que ver la
intencionalidad de quienes buscan obstaculizar determinadas acciones
del Gobierno para cambiar reglas de juego aún vigentes desde la
época de la convertibilidad? En definitiva, volver a hablar del
riesgo país elevado, ¿significa que el país volvió al pasado o
que volvieron al escenario los actores que antes agitaban esos
mismos fantasmas?La reaparición de este viejo y conocido fantasma
está rodeada, como no podía ser de otro modo, de misterios. El
primero tiene que ver con su propia génesis. El nivel de “riesgo”
que le corresponde a cada país tiene que ver con el diferencial de
tasas entre un título de deuda pública de “riesgo cero” (de
cobrabilidad absolutamente segura) y la tasa que se le asigna al
país que se está buscando “medir”. El bono de riesgo cero está
definido por convención: es el título de la deuda de largo plazo
de la Reserva Federal de Estados Unidos. Es el organismo encargado
de imprimir los dólares, por lo cual el incumplimiento de
compromisos de pago en esa moneda resulta inverosímil, casi
imposible. Casi, porque el año pasado Estados Unidos estuvo a punto
de declararse en default porque el Congreso no le autorizaba a
seguir endeudándose y la emisión de dólares (para capitalizar a
bancos defondados durante la crisis) ya había llegado a un límite
intolerable.A pesar de las circunstancias, el bono de deuda de la
Fed sigue siendo el considerado de riesgo cero. Como medida para
contrarrestar la crisis, la tasa de ese bono está en uno de sus más
bajos niveles históricos, en el 0,5 por ciento anual (medio punto
de interés al año, 50 centavos de dólar por cada 100 dólares
prestados). Es un dato cierto, exacto, público. En cambio, la tasa
que se le asigna al país al que se le “mide” el riesgo es mucho
menos preciso. Para eso están las grandes consultoras, como
Standard and Poors y Moody’s, que dirán cuál es el riesgo de
cada país en función del valor de mercado de sus bonos de deuda,
pero también ponderando la “solvencia” macroeconómica y la de
su gobierno, la “voluntad” de pago de su deuda y “la capacidad
potencial de generar divisas”.Entre los numerosos bonos de deuda
soberana que emite Argentina, se toman los que pagan el vencimiento
en valor dólar para compararlo internacionalmente. Cuando un país
está en crisis y hay una fuerte presunción de que no va a pagar su
deuda, estos bonos caen a un valor irrisorio porque es como una
brasa caliente, que nadie quiere tener en sus manos cuando se
declare el default. Un especulador lo podría tomar a la mitad de su
valor sólo porque se arriesga a que, si se cobra, recibirá el
doble de lo que invirtió (100 por ciento de ganancia). Ese
diferencial entre la renta reclamada para aceptar el bono y la que
paga un bono seguro (el de Estados Unidos) es lo que se denomina
“riesgo país”.Hasta aquí, todo bastante razonable y técnico.
Cuando Argentina hacia fines de los ’90 era visto como país
caminando por el desfiladero y con los ojos vendados, los bonos de
deuda soberana se ofrecían por monedas, por al altísimo riesgo de
default, y el “riesgo país” trepaba a 2000, 3000 o más puntos.
Quienes preveían el default no se equivocaron: ocurrió en 2002.
Pero hoy, sin la trampa de la convertibilidad, Argentina cumple sus
compromisos y los bonos, curiosidad del destino, cotizan en el país
con un “premio” del 20 o el 30 por ciento del valor nominal de
rescate: entre 5,40 y 5,80 pesos por dólar nominal.Si el riesgo
país se tomara en función de este valor del mercado local (Buenos
Aires), hoy resultaría negativo: el inversor está comprando a 5,40
lo que el Gobierno promete pagar 4,47 más un 7 por ciento anual.
¿Qué pasa con esos mismos títulos, por caso el Boden 2017,
denominado en dólares, en el mercado de Nueva York? Hasta hace un
mes, se llegó a pagar (en dólares) hasta un 8 o un 9 por ciento
por encima de la par (por encima del valor de rescate que ofrecía
el Gobierno). Conforme a ese parámetro, al menos, el bono argentino
resultaba para el inversor más seguro o confiable que el bono
estadounidense. Nadie habló entonces –las consultoras, menos–
de un riesgo país cero o negativo para Argentina. ¿Cómo es
posible que, en menos de un mes, el tema se convirtiera en noticia,
pero justamente en el sentido contrario?Es sabido que en Buenos
Aires estos bonos denominados en dólares están siendo utilizados
por quienes pretenden transferir dinero sin declararlo al exterior,
mediante una operación que la jerga financiera llama “contado con
liqui” (por “operación local al contado con liquidación en el
exterior”): compra del título en pesos acá y venta del mismo
título inmediata en el exterior para su cobro en dólares. Como esa
fuga de divisas no se puede declarar, quien la hace no puede comprar
los dólares en el mercado formal, y está dispuesto a pagar una
diferencia porque seguramente será más lo que gane por sacar del
país lo que obtuvo con malas artes. Eso justifica el alto precio
local de los bonos en dólares.Mientras tanto, lo que sucedió en el
exterior (Nueva York) fue que los Boden 2017 empezaron a bajar de
precio y en pocas semanas pasaron de cotizarse 8 por ciento sobre la
par a un valor del 15 por ciento de descuento respecto de su valor
nominal. La regla dice: baja el precio de mercado del bono, sube el
riesgo país. El inversor extranjero reclama un precio mayor por
“prestarle” al Gobierno (comprar un título de deuda). En este
caso, paga 85 en vez de 100 (el mencionado 15 por ciento de
descuento de la cotización) para obtener un interés del 7 por
ciento. Es decir, está reclamando una tasa de retorno tres veces
mayor. ¿Eso es equivalente a una suba del riesgo país a un índice
1000? Para nada, es una caída de la calificación totalmente
desproporcionada respecto de lo que reflejan los mercados. Pero
entre ambos “castigos”, el del mercado y el de las
calificadoras, hay más de un punto de contacto.Hay un dato
objetivo: el valor de los bonos argentinos en Nueva York empezó a
caer a partir de que se conoció la decisión del Gobierno de
recuperar YPF, enviando al Congreso el proyecto de expropiaciones de
acciones en propiedad de Repsol. Menos certero resulta indicar por
qué cayeron los bonos, si fue por percepción de mayor riesgo de
parte de los inversores, o por un manejo intencional de algún
sector económico-financiero que tiró abajo el precio para
sancionar la decisión del Gobierno. El mercado de bonos argentinos
en Nueva York es muy reducido y todo es posible.El otro dato
objetivo es que las calificadoras reaccionaron inmediatamente a
estos movimientos y comenzaron a subir el índice de riesgo país,
pero de modo más acelerado o amplificado respecto de lo que se
observaba en el mercado. Otra vez el mismo interrogante respecto de
las motivaciones: ¿fue por percepción de que empeoraban las
condiciones generales para la inversión en Argentina o fue una
acción concertada con grupos económico-financieros con intenciones
políticas? Con los antecedentes de estas consultoras
internacionales, también todo es posible.Estos son los sucesos que
escoltan el reingreso del riesgo país en el escenario. Un escenario
en el que predomina la disputa entre los grupos financieros aún
dominantes en la economía mundial (pero en crisis) y gobiernos que
buscan quitarse de encima las restricciones impuestas con el
neoliberalismo. El riesgo país es una de las herramientas con las
que se ejerció el dominio sobre las políticas económicas de los
países dependientes, condicionando lo que podrían o no hacer en
función del “humor de los mercados”. En la actualidad, por
propia voluntad, el gobierno nacional no toma crédito en el mercado
financiero mundial, por lo cual la suba del “riesgo país” no
encarece, como en los ’80 y los ’90, el costo que paga por
endeudarse. Es más una sanción política que económica, que
tendrá mayor o menor peso en función de la legitimidad que se
conceda a las calificadoras que determinan ese riesgo país.
Viejos aires Por Santiago O’Donnell
Esta
semana el veterano presidente socialdemócrata Karolos Papoulias
(foto) propuso la formación de un gobierno de notables para salir
de la crisis griega. Pensando un poco en el corto plazo, habrá
razonado que, como dice su ministro de Economía, a Grecia le queda
plata para pagar un mes más de pensiones y jubilaciones. Dado que
están esperando cualquier día de éstos un desembolso de 130 mil
millones de euros para tapar el agujero, entonces habría que
aguantar un poquito más, cobrar el rescate de la Unión Europea y a
seguir remando con la esperanza de que las cosas mejoren de a
poco.Había que aguantar, razonaba el presidente, porque el rescate
había sido prometido a cambio de durísimas medidas de ajuste que
vienen soportando los griegos desde hace dos años, a un costo
enorme. Recortaron casi un tercio de las jubilaciones, cerraron
fábricas, cesantearon a empleados públicos y hoy más de un quinto
de la población activa está en la calle por falta de empleo. Entre
otras consecuencias que ni hace falta nombrar, la recesión generó
una crisis política que ya se ha cargado a dos primeros ministros y
a los grandes partidos que apoyaron sus gestiones. Ahora la Unión
Europea le exige a Grecia 11.000 millones de euros más en recortes
para los próximos dos años. Claro, a cambio le permiten
refinanciar una deuda que ya casi duplica el producto bruto interno
del país. Los italianos pusieron un gobierno tecnócrata y la van
llevando, habrá razonado el presidente griego. ¿Por qué no
nosotros?Era un plan. Un plan para solucionar el problema. El
problema es que los griegos están hartos del ajuste. Hace dos
semanas hubo elecciones y el ajuste perdió. Necesitaba 151 bancas,
sacó 149. Pero eso no es nada. El problema es que al ajuste lo
bancan los dos principales partidos políticos de Grecia, el del
centroderecha y el de la socialdemocracia. En las elecciones del
2009 esos dos partidos habían sumado cerca del ochenta por ciento
de los votos y ahora sacaron el treinta y dos. O sea, paliza
histórica para el ajuste que se lleva puesto al bipartidismo
griego, pero el veterano político a cargo de la presidencia cree
que lo puede arreglar. Total, bien visto, el problema se soluciona
con dos bancas, dos diputados que se borocoticen, que se cambien de
bando, para que el bando del ajuste pueda sumar 151 bancas. Entonces
el ajuste tendría mayoría parlamentaria y se podría formar un
gobierno al gusto de la Unión Europea.Total, los griegos no quieren
abandonar el euro, se habrá justificado el presidente. Y es así.
Los griegos en su inmensa mayoría están hartos del ajuste, pero
también en su inmensa mayoría no quieren salirse de la moneda
europea. No es un país que se autoabastezca ni que cuente con
grandes recursos naturales. Los griegos intuyen, más bien se dan
cuenta, que no están para cortarse solos.Entonces, el veterano
presidente, acostumbrado seguramente a estas situaciones, miró por
ahí y se encontró con el tal Fotis Kubelis, de Izquierda
Democrática, quien se había alzado con el 6,1 por ciento de los
votos en la última elección y por ende había pasado a comandar
una bancada con la nada despreciable cifra de diecinueve
parlamentarios.Era la pieza que faltaba. El miércoles, el
presidente anunció que conversaría con los partidos pro ajuste más
Izquierda Democrática con la idea de formar un gobierno. No dijo
“gobierno de tecnócratas pro ajuste”, sino que usó una frase
más marketinera: “gobierno de notables”. Tampoco dijo que el
objetivo del gobierno era bancar el ajuste y patear las elecciones,
sino “flexibilizar y renegociar a largo plazo las drásticas
medidas de ajuste del Memorándum firmado con la Unión Europea”.
El líder socialdemócrata Venizelos fue más sincero. “El
objetivo es evitar las elecciones”, dijo al salir de su reunión
con el presidente. Habrán pensado que la maniobra podía salir
bien, pero es difícil saberlo. Al día siguiente, cuando le
preguntaron al presidente si pensaba que el gobierno de notables
podía prosperar, sólo contestó con una sonrisa.Es que había que
ganar tiempo. La plata sólo alcanzaba para un mes más, y el presi
sabía que no le iban a dar el rescate si no se formaba un gobierno
que bancara el ajuste. Por ley, si no se formaba el gobierno antes
del fin de semana había que llamar a nuevas elecciones dentro de un
mes. Pero no podía. No podía llamar a elecciones porque ganarían
los que están contra del ajuste, esta vez por mucho más que hace
dos semanas según todas las encuestas, y entonces chau rescate.
Entonces la cuna de la civilización occidental, la patria de los
filósofos, la tierra donde viven millones de personas, de
laburantes como vos y yo, entra en bancarrota y entonces agarrate
Catalina. Chau ahorros, chau laburos y a empezar de cero. Entonces
el veterano presidente concluyó que tenía que patear las
elecciones.Pero al final el tal Fotis Kubelis, de Izquierda
Democrática no resultó ser una rata. Está bien, se sentó a la
mesa con los grandes, por un rato jugó a ser el salvador de la
patria, se ganó sus diez minutos de fama, pero al final le dijo no
a la idea del gobierno de notables. Quizá lo hizo por convicción,
pero las encuestas de opinión mostraban que su imagen había
entrado en picada.Reaccionó el tal Kubelis y entonces al presidente
no le quedó más remedio que resignarse y llamar a elecciones para
el 17 de junio.En medio de tanta incertidumbre, que Europa sí que
Europa no, que Merkel afloja o no afloja con el ajuste, que Grecia
entra o no entra en bancarrota, que la izquierda triunfante el mes
que viene será más o menos moderada, al menos surge un indicio.
Los viejos aires están de salida.
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