Con el tango no se juega "Sucede muchas veces que un disparate adquiere prestigio. Y empieza a ser repetido por todo el mundo como si fuera una verdad que no necesita demostración. A continuación transcribiremos para ustedes uno de tales despropósitos: se refiere al tango y es repetido por casi todos los que tienen algo que ver con la música popular cada vez que se les pide una opinión. Dice así: “El tango está en decadencia porque no evolucionó. Todavía está en la época de los compadritos y no refleja la realidad de hoy.” El razonamiento luce tentador. Quien lo vierta sacará patente de moderno, de agudo y de sensible ante las contradicciones de su tiempo. Todos los días, docenas de directores de orquesta, cantores, letristas, pianistas, locutores radiales y autores de sainetes se dejan hacer reportajes al solo efecto de opinar en este sentido. Quizá fue Astor Piazzola el primero que formuló este pensamiento. Astor, como todo el mundo sabe, está convencido de que el acorde de séptima disminuida es una consecuencia feliz de la desaparición de los malevos. Y aunque con Piazzola es conveniente confiar en lo que toca y desconfiar de lo que dice, la mayoría de los creadores tangueros hace lo contrario: repetir sus delirios y tocar de cualquier manera. El humilde propósito de esta nota es contradecir a tantos ilustres cultores del arte popular, y afirmar que el tango ha evolucionado y que su aparente decadencia obedece a otras causas más bien opuestas, para no hablar de otras tonterías menores que iremos sosteniendo por el camino. Tango te cambiaron la pinta El tango evolucionó, caballeros. El que no quiera creerlo que concurra a cualquiera de los locales tangueros de la noche porteña. Allí podrá ver lo bacanes que son los músicos y el público. Nada de bandoneonístas con cara de hambre, nada de oyentes melancólicos y reventados. Ahora los violinistas tocan “La gayola” como si fueran Paganini , y las señoritas que están en las mesas enarcan las cejas, sorben bebidas sofisticadas y lucen elegantes atavíos. Ahora, si lo que usted quiere es una evolución poética y musical, la cosa es distinta. Pero igualmente algo se ha hecho: veamos. No es ningún secreto que los músicos de ahora tocan mejor que los de antes. En la década del veinte, casi todos los integrantes de los conjuntos típicos tocaban de oído, prácticamente no existían arreglos, y las cosas se hacían más bien a la bartola. Hoy en día, se da con llamativa frecuencia el caso de contrabajistas que hasta tienen la decencia de aprender música. Donde es posible que usted tenga derecho a patalear es en aspecto poético. Claro, allí la influencia de la técnica es mucho menor y –aunque es imaginable que un adoquín aprenda a tocar el piano a fuerza de tesón- casi no se conocen bestiunes que aprendan poesía a castañazo limpio. De cualquier manera, ya desde hace muchos años los letristas sintieron la necesidad de modificar el carácter aparentemente vulgar de la poesía tanguera. Este propósito loable no fue casi nunca acompañado por resultados decentes. Recuerden ustedes los untuosos mamarrachos desgranados por ciertos autores de la década del ´40: en ellos se reemplazaban los fuertes vocablos lunfardos por palabras que parecían surgidas del discurso de fin de año del presidente de la Asociación Cooperadora. Para colmo de males, estos creadores se complacían en el uso del “tu”, práctica que –además de restarle toda verosimilitud a las historias a las que se referían- confería a las obras un aire repipí que ríase de Thelma Biral. “Tú, milagrosa muñequita de cristal, tú, me enseñaste a sonreír y a perdonar…” Ver el artículo completo en www.ZONA25.es www.argentinatangoclub.es
14.6.11
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario